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viernes, 16 de septiembre de 2011

LAS UVAS DE LA IRA

Ayer jueves y día de mercadillo, temprano por la mañana, fuimos mi mujer y yo a hacer la compra al mercado de Babel y ojalá, no lo hubiéramos hecho. Como nos íbamos al estudio de mi mujer, en el que no tenemos frigorífico, le pedimos al vendedor del pescado, que por favor nos dejara la compra en hielo, para que por el calor, no se nos estropeara.

A las doce, cuando mi mujer había terminado de pintar y ya de regreso a casa, cuando volvíamos a coger la comida, me dijo mi mujer, que no tenía ganas de llegar hasta el mercado y que por favor, trajera yo la compra, mientras ella se quedaba en el coche. Tardé como dice Sabina "lo que tarda en llegar el invierno." Si tardé un poco más de lo que hubiese sido lo normal, pero es qué el vendedor del pescado, había abandonado su puesto, para poder desayunar en el bar del mercado y cuando llegué al coche donde mi mujer me esperaba, la encontré de mal humor y despotricando contra el dueño del Audi negro.

Al principio, me preocupé pensando que le había ocurrido algo con la persona, ya que el coche estaba aparcado en zona de mercadillo y aunque se encontraba en perfecto estado de aparcamiento y rodeado por otros dos vehículos en segunda fila, no era ese el problema.

Cuando entré en el coche y de muy mal genio me dijo mi mujer, !mira, mira el Audi negro y no arranques el coche! sin discutir acaté la orden, para con mi gran sorpresa, ver antes de cinco minutos de espera, que aquel señor tan simpático que minutos antes me ofreciera probar aquellas uvas tan sugerentes y recién cogidas a tan sólo un Euro el kilo, se dirigía a su coche y abriendo el maletero, con gesto rápido sacaba del citado vehículo un gran sarmiento, con cuatro uvas colgando y con la ayuda de unas tijeras, pronto se vieron separadas del amor de su padre el sarmiento. La cosa no me hubiera impactado, si no hubiera sido por qué allí, allí muy cerca y sin enterarse de nada, dos agentes municipales, charraban amigablemente sin enterarse de que el ave de rapiña, les estaba sacando los ojos.

No, no soy racista ni creo que nunca lo sea, por lo menos con quien trabaja y lucha por ganarse la vida, sin hacer daño al prójimo, pero creo que o bien no era un buen agricultor si arrancaba las uvas con sarmiento y todo (que puede ser una nueva técnica, para no tener que podar en el invierno, trabajo extra, duro y que custre las manos) o por el contrario el dueño de la viña que recibió la visita del Audi, su dueño, su señora y sus churumbeles, va a llorar por lo que es su trabajo de todo el año y que un desaprensivo del que no cito ni color ni raza y que cada uno saque su conclusión, hizo.
Balfrido Erades